Cada seis meses aparece un nuevo artículo proclamando la muerte de
las hojas de cálculo. Luego llegas a una empresa mediana y
descubres que el 90% de sus decisiones financieras se basan en
archivos de Excel o Google Sheets.
No es nostalgia ni resistencia al cambio. Es pragmatismo. Las hojas
de cálculo ofrecen algo que pocas herramientas empresariales pueden
igualar: flexibilidad total sin costes de licencia astronómicos.
La paradoja del software especializado
He visto empresas invertir 50.000 euros en sistemas ERP que
terminan exportando datos a hojas de cálculo para hacer análisis
reales. El software especializado es excelente para procesos
estandarizados. Pero cuando necesitas crear un informe
personalizado para una decisión puntual, las hojas de cálculo te
dan respuestas en minutos, no en semanas esperando que el
departamento IT configure un nuevo módulo.
La clave no es elegir entre hojas de cálculo y software
empresarial. Es saber qué problemas resuelve mejor cada
herramienta y construir un flujo de trabajo que aproveche las
fortalezas de ambas.
Donde las hojas de cálculo sobresalen
Las hojas de cálculo son imbatibles para modelado financiero
exploratorio. Cuando estás evaluando si lanzar un nuevo producto,
necesitas probar docenas de escenarios rápidamente. Cambiar una
variable y ver instantáneamente cómo afecta a tus proyecciones. Eso
es difícil de hacer en sistemas rígidos diseñados para
transacciones, no para análisis.
También son ideales para empresas en crecimiento. Una startup que
factura 200.000 euros al año no necesita el mismo sistema que una
corporación con cincuenta millones en ingresos. Pero ambas
necesitan control sobre su flujo de caja, y ese control puede
construirse con hojas de cálculo bien estructuradas.
Los errores comunes (y cómo evitarlos)
El problema no son las hojas de cálculo. Es cómo las usamos. He
visto archivos con ochenta pestañas, fórmulas que referencian otras
doce hojas, y cero documentación. Cuando la persona que creó ese
sistema deja la empresa, nadie más puede mantenerlo.
La solución es aplicar principios de ingeniería de software a las
hojas de cálculo. Modularidad, documentación clara, control de
versiones. Suena complicado, pero son hábitos que puedes aprender
en pocas semanas y que te ahorran meses de dolores de cabeza.